LA BELLEZA DE LA CARACOLA

 

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¿Qué tiene que ver una caracola con el arte? ¿Y con la belleza? No me negarás que las caracolas no son hermosas, independientemente de su tamaño y color. ¿Te has preguntado alguna vez por qué? Fíjate en el siguiente esquema:

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Efectivamente, existe una relación de proporción en la forma de una caracola, llamada sucesión de Fibonacci. Curiosamente, se trata de una forma geométrica que está omnipresente en la naturaleza y muchos fenómenos naturales siguen sus estrictas normas de proporcionalidad. Alucinante, ¿no? Te invito a que veas este vídeo: 


También el cuerpo humano parece obedecer esta regla de proporción que, si bien no es del todo realista, sí marca un canon de belleza. Así lo expuso Leonardo da Vinci en el renacimiento en su obra “Hombre de Vitruvio”:

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No es casualidad que el arte, en su búsqueda de la belleza, haya dado con este número, que, redondeando toma el valor de 1,618. Recibe nombres tan elocuentes como sección áurea o número de Oro. Ya en la antigua Grecia se comenzó a hacer uso de esta proporción en las diferentes expresiones artísticas, como es el caso de numerosas esculturas o del Partenón de Atenas.

David Crespo

Pero incluso en Egipto, la pirámide de Keops también se construyó en base a esta proporcionalidad matemática. Podría llenar esta entrada de ejemplos de obras de arte en las que la materialización de la belleza, consciente o inconscientemente, se ha basado en la sección áurea.

Pero, si esta proporción se encuentra reflejada en la naturaleza y es esa la razón por la cual la percibimos como bella, ¿por qué han cambiado los cánones de belleza? En realidad, el arte no pretende reflejar la realidad, es una expresión de aquello que nos provoca la realidad que nos rodea. Y en las diferentes épocas, la cultura, la política, la forma de vida, los cambios de pensamiento filosófico, han variado y han influido de forma determinante en las expresiones artísticas. Quizás hoy en día lo bello ya no sea lo simétrico y perfecto como en la antigua Grecia, o las imágenes recargadas y grotescas del barroco, pero la belleza sigue siendo eso que persigue el arte. Aunque no siempre. No todo lo bello es arte, ni todo el arte es bello.

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