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  La tentación de que la epistemología histórica sea esencialista, es grande. Por un lado, el enfoque dominante en epistemología ha sido el enfoque purista, es decir, suponer los hechos epistémicos como hechos puros. Asimismo, una gran ventaja de asumir que sea esencialista la encontramos en el hecho de que las normas puedan inferirse de la noción intemporal e invariable del conocimiento. Encontramos, además, que es muy sensato ser intuitivamente esencialista cuando nos enfrentamos a la percepción del mundo y de una gran utilidad en la comunicación de la vida cotidiana. Sin embargo, lo que en la vida corriente es útil y sensato, en este caso la visión esencialista, no tiene por qué ser verdadero. De hecho, con el avance de la ciencia moderna este esencialismo ha ido perdiendo fuerza, siendo uno de los ejemplos más paradigmáticos la definición de especie que realiza Charles Darwin a partir de su teoría de la evolución, que nada tiene que ver con la definición tradicional claramente

  Una historia fascinante Leer un libro dos veces y tener la certeza de que no será la última vez, no es algo que me pase habitualmente. Contados libros lo han logrado. Uno de ellos es A Brief History of Time de Stephen W. Hawking. Ocupa un lugar especial en mi pequeña biblioteca, que por fin parece haber encontrado un lugar más estable, pero desde hace 33 años me ha acompañado en mis múltiples residencias. No es el único libro, pero sí el definitivo que, a mis 17 años, me empujó a estudiar físicas. Desde la primera página me hipnotizó y no me soltó hasta que realicé todo el viaje; el viaje que me llevó desde el Big Bang hasta los agujeros negros. Un viaje que me pareció tan fascinante como inquietante. Claro que no entendí todo lo que Hawking intentaba explicar; ni la primera vez que lo leí, ni la segunda. Pero sentí como si se abriera una gran ventana por la que los objetos que antes veía pasar desenfocados, ahora conseguía apreciarlos con mayor nitidez, con sus formas definid