EPISTEMOLOGÍA. TAREA 5

MODELOS DE CULTURA CIENTÍFICA

Al igual que no existe una única definición de Cultura Científica, tampoco es único el modelo de Cultura Científica con el que han trabajado y trabajan los expertos. A lo largo de las últimas décadas han sido diversos los enfoques que se le ha dado al estudio de la Cultura Científica con el objetivo de hacer un diagnóstico de la sociedad y poder así buscar fórmulas para su mejora.

Es una de las conclusiones principales que se desprende del segundo capítulo de la tesis de la Doctora Lázaro, en el que se exponen y se desgranan los diferentes enfoques sobre la Cultura Científica. Valiéndose del término Comprensión Pública de la Ciencia (CPC) expone las evoluciones que se han producido en las últimas décadas en el ámbito de los estudios sobre comprensión y estímulo del conocimiento científico en la sociedad.

Así, encontramos un primer modelo que pone el foco en la alfabetización científica y toma como base, para una mejora de la cultura científica entre la población, el principio del déficit cognitivo. Se conoce como enfoque tradicional de los estudios de Comprensión Pública de la Ciencia o CPC tradicional y surge a partir de la década de los 80.  

Comienzan a definirse los primeros indicadores de cultura científica que tratan de medir el grado de alfabetización científica entre la ciudadanía. Los malos resultados de las encuestas realizadas a partir de los años 80s llevan a los expertos a recomendar actuaciones para la difusión social de la ciencia. Se basan en el Modelo de Déficit, en el que se asume que es la población, con su bajo conocimiento científico, la que debe ser alfabetizada y conseguir así que su actitud hacia la ciencia sea más positiva. Según este enfoque, cuánto más conozca el ciudadano la ciencia, más la apoyará.

Una de las principales críticas que recibe este modelo de cultura científica, es el hecho de que se asuma que un mayor conocimiento científico conlleva una mayor aceptación y mayor confianza hacia la ciencia. Tampoco se comparte que se considere a la población con bajos conocimientos científicos, como los únicos responsables de los malos resultados de las encuestas, ya que detectan entre la población, no sólo déficit cognitivo, sino también déficit de actitudes.

Nace así la llamada Comprensión Pública de la Ciencia crítica. Bajo este enfoque, la responsabilidad única no recae individualmente en la parte de la sociedad que adolece de conocimientos científicos, sino que aboga por un diálogo contextualizado de conocimientos. No solo es importante disponer de conocimientos, sino hay que saber cómo utilizarlos, conocer cómo se trabaja en ciencia, qué fuentes debemos considerar fiables o cómo actuar de forma crítica hacia la ciencia.

Bajo este enfoque la ciencia ya no es entendida como una acumulación fija y verdadera de conocimientos, sino que se entiende como un proceso, con sus incertidumbres y controversias. Se pretende situar a la ciencia en la sociedad, dando importancia a sus repercusiones en la vida profesional, política y afectiva de la gente.

Asimismo, se subraya la importancia de otorgar a la ciudadanía la posibilidad de participar en las decisiones que tienen que ver con la ciencia y la tecnología. La cultura científica se entiende como una comunicación bidireccional entre los científicos y la sociedad, de ahí que este enfoque también se conozca como Ciencia y Sociedad. Los expertos también deben mejorar sus conocimientos, en este caso, sociales, políticos y éticos, que les doten de la capacidad de comprender la naturaleza de sus trabajos y su incidencia en la sociedad.

Sin embargo, este modelo también recibe críticas; algunos autores lo tachan de ser un enfoque muy simple en ciencias políticas y no ven con muy buenos ojos el empoderamiento de la sociedad planteado. En la misma línea, otras voces expertas critican que la participación ciudadana que se propone no esté sujeta a la exigencia de un mínimo de conocimientos científicos por parte de la ciudadanía.

Se plantea como alternativa un modelo híbrido entre el CPC tradicional y el CPC crítico (CPC heterogéneo) poniendo el foco, no tanto en la necesidad de modificar la definición de cultura científica, sino en la necesidad de entenderla como un conocimiento que está influenciado por el contexto social, político o ético. Consideran conveniente, sin embargo, dudar de las capacidades de la gente no experta en participar en debates sobre ciencia y tecnología.

Por otro lado, motivados por la necesidad de disponer de un método de medición de la cultura científica diferente a los tradicionales, y con el objetivo de mejorarlos, surge un nuevo término, la apropiación social de la ciencia, que viene a sustituir la alfabetización científica. De esta manera se pretende evaluar la incidencia que los conocimientos científicos que adquiere la población tienen sobre sus creencias y sobre la vida cotidiana.

Y surge así lo que se ha llamado Cultura Científica Significativa, un concepto de cultura científica más complejo, que implica no solo conocimientos de los hechos científicos, sino que incluye conocimientos sobre la investigación científica: riesgos, efectos adversos, usos políticos, dilemas éticos o condicionamientos económicos. A partir de este enfoque se posibilita el diálogo bidireccional entre cultura científica y participación activa ciudadana.

Diversos modelos, diversos enfoques y un mismo objetivo: mejorar la cultura científica de la sociedad. Sin embargo, este apartado de la tesis de la Dra. Lázaro evidencia las dificultades que existen en la definición de los indicadores de cultura científica y en encontrar aquello que condiciona la visión, ya sea positiva o negativa, de la sociedad hacia la ciencia.


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