¿DEMASIADO LENTO?
Nuestro sistema energético debe seguir cambiando. Si queremos cumplir con el Acuerdo de París, si queremos formar parte del gran reto mundial de no sobrepasar los 2
°C de aumento en
la temperatura global para 2050, si queremos mejorar la salud de nuestro planeta, nuestro sistema energético debe seguir cambiando. Ir abandonando los combustibles fósiles en favor de las
energías renovables. Ya lo estamos haciendo, pero quizás el ritmo sea
demasiado lento.
El Acuerdo de París entró en vigor en 2016 y los países europeos, entre los que se incluye España, se comprometieron a
reducir para 2020 un 20% las emisiones de CO2 respecto de los niveles de 1990. Se espera que España haya podido cumplir ese
objetivo. Pero en 2013 se marcó, junto con el resto de países europeos, otro objetivo más ambicioso aún; reducir un 80% las
emisiones para 2050. ¿Podremos conseguirlo?
Veamos, con los últimos datos
disponibles, qué energía estamos consumiendo, cuál es su procedencia. Analicemos cuánto estamos reduciendo
la que proviene de fuentes de hidrocarburos, que son las emisoras de gases de
efecto invernadero, y cuánto aumenta el consumo de energía renovable.
Combustibles fósiles
Según los datos (provisionales a fecha de marzo
de 2020) recogidos por el IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía) correspondientes al 2018
aún no alcanzamos
el 14% en la generación de energía renovable. La producción energética mayoritaria continúa siendo la que proviene de los combustibles fósiles y continúa con un porcentaje muy
elevado; en 2018 en torno al 74%. Los últimos años se ha reducido el
uso del carbón como fuente de energía (del 9,9% en 2017 al 8,9% en 2018), pero, sobre todo el petróleo, no acaba de bajar.
En 2018, su aporte fue del 44,3% del consumo total de energía primaria en España. El restante 20,9% se
lo lleva el gas natural.
En la siguiente
figura se muestran los porcentajes de consumo de energía primaria en España en 2018, según
la fuente de energía.
Energía nuclear
En España, existen, a día
de hoy, cinco centrales nucleares operativas; Almaraz con dos reactores, Ascó con dos reactores, Vandellós II, Trillo y Cofrentes. La central nuclear de Santa
María de Garoña, la más antigua de todas ellas, se
encuentra en cese de explotación. No existe una política clara que avance en la línea de construir nuevas centrales, pero con las que
todavía siguen produciendo energía, se alcanzó
en 2018 un 11,2% del consumo de energía primaria que proviene de la energía nuclear.
Fuentes renovables
13,8%, es el proncentaje del consumo de energía primaria que proviene de fuentes renovables, llevándose la mayor parte la biomasa y los residuos
renovables (4,6%). En el segundo puesto se encuentra la eólica, con un 3,4%.
A pesar de que
parecen porcentajes pequeños, la tendencia de los últimos años ha sido ascendente. Según datos del IDEA, desde el año 2000, el consumo primario de energías renovables se ha multiplicado por 2,6. Ritmo
ascendente sí, pero quizás demasiado lento.
Si nos fijamos
exclusivamente en los consumos de energía
primaria provenientes de fuentes renovables, también se observan cambios en las tendencias según el tipo de fuente. Así, en el año 2000 los biocombustibles
(biomasa, biogás, residuos sólidos urbanos y biocarburantes) representando el 58%
del suministro y la energía hidráulica el 36%, eran las fuentes mayoritarias de energía. En 2018, los biocombustibles seguían dominando el mercado de renovables, aunque su
presencia descendió hasta representar un 43%.
También la energía hidráulica retrocedió del 36% el año
2000 al 11% en 2018.
Por su parte, la
energía eólica es la tecnología que más ha subido los últimos años, posicionándose en segundo lugar como fuente de consumos
primarios renovables. Pasó de representar cerca del
6% en el año 2000 al 24% en 2018. Las
diferentes tecnologías que componen el abanico
de recursos energéticos solares también se han incrementado significativamente.
La solar térmica, con apenas un 0,4% de presencia en 2000 pasó hasta cerca del 2% de los consumos primarios renovables
en 2018. La fotovoltaica, con excasa presencia en 2000, representó en 2018 el 4% de la energía primaria renovable. Pero es, sin duda, la tecnología solar termoeléctrica
la que se ha incrementado más estos últimos 18 años;
en el año 2000 no contaba con
instalaciones en funcionamiento, y llegó a
representar el 11% en 2018.
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