NANOTECNOLOGÍA EN EL SUPERMERCADO


El mundo nano está llegando a muchos ámbitos de la nuestra vida cotidiana. Desde hace poco la nanotecnología se ha colado en nuestros supermercados y ya ocupa, aunque de forma muy discreta, algunas estanterías.

Gracias a la nanotecnología se están obteniendo envases que permiten prolongar la vida útil de los alimentos, ya sea interaccionando directamente con ellos (envases activos) u obteniendo información sobre su estado (envases inteligentes).

Envases activos

En Carrefour puede encontrarse fruta fresca troceada en envases llamados activos cuyo objetivo es alargar el tiempo en el que el producto es apto para el consumo. En el caso de la naranja troceada, cuya vida útil en un embalaje habitual es de 7 días, se alarga hasta los 9 días y hasta los 12 en el caso de la piña.

Se trata de envases que interaccionan con el producto y prolongan su conservación. En este caso, los envases liberan unas sustancias naturales antioxidantes y antimicrobianas, algunas de ellas de carácter nanométrico, que entran en contacto con la fruta fresca y ralentizan su deterioro. 



Envases inteligentes

Sustituyendo y mejorando la información que aporta la fecha de caducidad o la fecha preferente de consumo de las pechugas de pollo, se están desarrollado tecnologías que permiten que el envasado pueda informar sobre su estado de conservación. Son envases que llevan un indicador de frescura, capaz de decirte el estado en el que se encuentra el producto. Este indicador es en realidad un nanosensor, es decir, un dispositivo integrado por un elemento de reconocimiento biológico capaz de convertir cualquier señal de deterioro del alimento en una señal.

Este indicador de frescura consta de una especie de pegatina incorporada en el interior del envase que cambia de color. Mostrará el color verde cuando sea apta para el consumo. Cambiará a naranja cuando haya empezado a deteriorarse. Y finalmente adquirirá el color rojo cuando ya no sea apto para el consumo. Es una información que va más allá de la fecha de consumo preferente, ya que permite conocer el estado del producto a medida que pasa el tiempo.




El envase lleva una tinta, incorporada en el interior del film, que reacciona con los metabolitos de deterioro del pollo, es decir, con las sustancias de degradación del pollo. Así, según el pollo vaya liberando estas sustancias, el color del indicador irá cambiando y sabremos en qué grado de frescura se encuentra la pechuga en cuestión.

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