EL LADO OSCURO DEL APRENDIZAJE PROFUNDO
Inspirado en el funcionamiento de nuestras
neuronas, el Deep Learning o Aprendizaje Profundo, consigue resolver casi
cualquier tipo de problema de una manera muy eficiente. Se necesita una gran
cantidad de datos y un número variable de capas que funcionan simulando las neuronas y se puede
lograr que una máquina aprenda por sí sola.
Ya no es necesario programarlas con instrucciones
de entrada, solo necesitan una buena base de datos y un número de capas adecuado.
Es un paso más allá en el intento de simular aún más lo que los humanos hacemos, ya que muchos
conocimientos los adquirimos sin que nadie nos facilite las instrucciones previas.
Este tipo de inteligencia artificial se emplea
hoy en día en reconocimiento de imagen, reconocimiento de voz, traducción automática, generación de música y generación de imagen, entre otros.
En general, es capaz de resolver casos en los que existen muchos datos con algún tipo de relación entre ellos y que
representan algo mucho más complejo y abstracto.
No siempre es la mejor opción el Aprendizaje Profundo.
Por ejemplo, en campos en los que no se dispone de muchos datos, pero en los
que sí hemos acumulado mucho conocimiento, por ejemplo, en algunas
aplicaciones médicas, siguen funcionando mejor las técnicas de aprendizaje
supervisado (en las que se precisan instrucciones o programación previa).
Tampoco funciona si al problema que debemos solucionar
le introducimos cambios, como en el caso del juego Go. Hace unos años, una máquina de Deep Learning ganó al campeón mundial humano, pero
bajo unas reglas específicas de tamaño de tablero. Para otro tipo de tablero, el sistema debería comenzar el
aprendizaje de cero. Es decir, no se adapta a cambios que para los humanos son
totalmente habituales y los resolvemos sin mayor problema.
Pero uno de los mayores problemas y que
suscita un mayor debate es que con esta técnica podemos hallar resultados
satisfactorios, pero sin saber cómo se han logrado. Es decir, una vez que introducimos los datos y el
sistema comienza a aprender por sí mismo, dejamos de tener el control de lo que ocurre durante el
aprendizaje.
Es un sistema tan dependiente de los datos de
entrada con los que aprenderá, que se debe tener mucho cuidado con ellos. Estas máquinas no sólo aprenderán comportamientos políticamente incorrectos (xenófobos, machistas,
etc.), sino que los sesgos cognitivos de los humanos también se trasladarán a los resultados. Y
de esto último se aprovechan muchas grandes empresas para las que no paramos de
generar datos y datos.
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