JUGANDO CON LOS SENTIDOS: LA VISTA Y EL GUSTO
Propongo un sencillo experimento para realizar
en clase con el objetivo de mostrar al alumnado que no siempre debemos fiarnos
de nuestros sentidos; cómo nos “engaña” nuestro cerebro en algunas ocasiones a través de nuestra vista y de
nuestro sentido del gusto. Para ello, dividiremos la clase en dos grupos; grupo
A y grupo B.
El grupo A preparará un juego de percepción visual que después deberá mostrar al grupo B.
Anotará los resultados y explicará el concepto estudiado con algún ejemplo al otro grupo.
El grupo B, por su parte, preparará un juego de percepción del gusto y deberá experimentarlo con el
grupo A. Anotará los resultados, sacará conclusiones y explicará con ejemplos lo sucedido.
Grupo A: Juego de percepción visual
Se les pedirá que preparen con
material escolar dos dibujos en los que nuestra percepción visual nos engaña. Se propondrán dos ejemplos
sencillos.
Pregunta 1: ¿son iguales los dos círculos rojos?
Dibujo 2:
Pregunta 2: ¿son paralelas las
rectas?
Resultados: ya que es el propio alumnado
del grupo A quien ha preparado los dos materiales tendrá claro cuáles son las respuestas
acertadas, es decir, los dos círculos rojos son iguales y las líneas son paralelas. Con los resultados de
las respuestas dadas por el grupo B de las dos experiencias deberán comprobar si se ajustan
a la realidad.
Conceptos aprendidos: con los
resultados en la mano, comprobarán que, a veces, los sentidos nos engañan. En este caso la
visión. Nuestro
cerebro recibe una cantidad enorme de información a través de la vista, pero
debe quedarse con la más importante ya que de ello dependerá en gran medida nuestra
supervivencia. De esta manera, deberá hacer predicciones a gran velocidad y deberá inventarse elementos
que realmente no ve haciendo uso de la imaginación. Es una habilidad
evolutiva del cerebro que se ve obligado a dar sentido y coherencia a lo que ve
y que, sin embargo, a veces le lleva a interpretar erróneamente y a “engañarnos”. Es el caso de estos
dos dibujos.
Ejemplos cotidianos: cuando vamos
al bosque a caminar y vemos unos arbustos moviéndose, nuestro cerebro
imagina que puede haber un animal escondido y por lo tanto actuamos alejándonos rápidamente del lugar.
Otro ejemplo, en este caso de cómo nuestro cerebro trata de darle sentido a aquello que ve, lo podemos
encontrar en las constelaciones. ¿Por qué creemos ver figuras humanas o animales si enlazamos varias estrellas
del firmamento?
Mensaje: no todo lo que vemos está realmente ahí, ni todo lo que está delante de nosotros lo
llegamos a ver. Muy importante para muchas facetas de la vida.
Grupo B: juego de percepción gustativa
El grupo B deberá preparar tres vasos
con agua y colorear dos de ellos con tintes alimenticios que sólo añaden color, pero no
sabor. Un vaso se coloreará de amarillo y otro de naranja. Todos los integrantes del grupo B
probarán los tres líquidos antes del inicio del experimento para cerciorarse de que los
tres son agua y saben únicamente a agua.
En este caso dividiremos al grupo A en dos: el
grupo A1 probará las bebidas con los ojos vendados de manera que no podrá ver de qué color son los líquidos. El otro grupo,
el A2, lo hará con los ojos al descubierto.
Pregunta: ¿qué sabor tiene el líquido que has bebido?
Resultados: se compararán los resultados de ambos
grupos. Lo esperable sería que la mayoría del grupo A1 no distinguiría los tres vasos y diría que se trata de agua.
La mayoría de los integrantes del grupo A2, sin embargo, diría que el de color
amarillo sabe a limón, el incoloro es agua, y que el de color naranja es de naranja.
Conceptos aprendidos: con los
resultados en la mano comprobarían cómo, a pesar de contener todos ellos solamente agua, sin ningún sabor añadido, el aspecto de la
bebida, en este caso, el color, hace que nuestra percepción del sabor sea
diferente. Otro engaño de nuestra mente. En este caso, la memoria también juega un papel
importante, ya que todos recordamos que una bebida de color amarillo
corresponde a una limonada y recordamos su sabor. Lo mismo ocurre en el caso de
la naranjada. Así, cuando se nos presenta una bebida con cierto color, nuestra mente ya
se anticipa al sabor que espera encontrar. Y aunque realmente no sea así y el líquido sea agua sin más, nuestro cerebro lo
interpretará erróneamente porque ha interferido otro sentido, el de la vista.
Ejemplos cotidianos: encontramos
numerosos ejemplos en la vida cotidiana, como los yogures de sabores a los que
se les añade colorantes, algunas frutas como las manzanas o naranjas a las que
se les colorea la piel o el salmón de piscifactoría al que se le tiñe de color rosa. ¿Alguien se comería un yogur de fresa de color negro? ¿o patatas fritas de
color verde?
Mensaje: es importante saber que
la mente nos puede engañar con los sabores y deberíamos estar atentos, ya que las compañías alimenticias
utilizarán esta estrategia para vendernos sus productos.
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